BROCHA DIGITAL, ESPACIO FINAL DEL PROGRAMA ENREDADOS
En las grandes decisiones es cuando se nota. En esas decisiones, alojadas fuera de lo común, fuera de la más mínima previsión empresarial, es donde encontramos la magnificencia, grandilocuencia, prepotencia y –por qué no- soberbia de algunas empresas residentes en la cima de la carrera tecnológica.
Para los que aún no lo sepan –que lo dudo- aclarar que el iphone es un móvil con funciones de ipod y pantalla táctil. Con alguna pijada más, pero en resumen es eso. Apple, lo describe como un revolucionario teléfono móvil, un iPod todo pantalla con controles táctiles, y un revolucionario dispositivo de comunicación por Internet con eMail a la altura de un ordenador, navegación web, búsquedas y mapas.
Pues bien el lanzamiento del producto en Estados Unidos, con 270 millones de habitantes, el pasado 27 de junio fue retrasado. Retrasado hasta solventar la duda de si veía la luz antes el Leopard –nuevo sistema operativo de la compañía- o el citado iphone. Finalmente el lanzamiento se produjo y ahora viene lo bueno.
Hace escasos días, la compañía, después de haberlo lanzado al mercado –y siéntense no se vayan a caer- decide bajar el precio del producto en 200 dólares, ¡dos-cientos dólares! ¡Toma castaña, que están más ricas! Después de haberlo lanzado. No me digan que no es algo que hayan escuchado nunca.
Claro, el enfado de quienes ya tenían el aparato es gigantesco. Y, armados hasta los dientes al estilo rambo –me lo puedo imaginar- han ido hasta Silicon Valley dispuesto a asaltar la fortaleza y tomarse la justicia por su mano.
Con buen análisis de la situación, Apple vió amenazado su imperio y para salvarlo –otra decisión sin precedentes- entrega a quienes ya habían comprado el iphone 100 dólares por las molestias causadas ¿Y por qué no 200, digo yo?
Lo que ha quedado claro con esto, Jota, es que semejantes decisiones sólo las puede tomar una compañía que amase una fortuna mareante o, dicho vulgarmete, a la que le salga el dinero por las orejas.
Ay Jota, cuanto que analizar y cuanto despilfarro nos queda por ver. La semana que viene, si nos dejan, seguiremos enredando. Adiós