
La organización ecologista siempre me ha parecido temeraria pero necesaria. Cuando queremos alcanzar metas a tres cuartas partes del camino por recorrer, seguramente habrá que poner el ojo y el objetivo en el final para lograr finalmente lo que queremos. Por eso creo que son tan acerbos como platónicos; tan vehementes como insultantemente razonables.
Pero hoy me han defraudado. Preguntados por el paso de miles de romeros en peregrinación -ida y vuelta- a la Romería de El Rocío, en Huelva, la responsable de Cambio Climático en la organización, Aída Vila, ha comentado que no se van a oponer al paso de miles de romeros por zona protegida del Parque Nacional de Doñana todos los años.
Como todos sabemos la Unión Europea ha multado a España en varias ocasiones por esta circunstancia y sus consecuencias en uno de los pulmones de Europa.

No se puede utilizar distintos raseros de medir. Para mi gusto, mucho arriesgar vidas con balleneros, centrales térmicas, algarrobicos y vertidos tóxicos, pero lo cierto es que Greenpeace no se ha atrevido con la Romería más importante de España. Lo dicho, me ha decepcionado.