lunes, 20 de agosto de 2007

Robert Graves y Deia


Por casualidad y gracias a la Guía El País Aguilar me he topado con la historia de cómo un pueblo se transforma merced a la reputación -merecida o no- difundida a modo de mito. Y me explico. Deiá es un pueblecito pequeño de la isla de Mallorca, un paraíso para quien busque servir sosiego al alma.

Al menos así lo conocemos en España. Pero fuera, sobre todo en Inglaterra, se le conoce como el lugar del que se enamoró Robert Graves, poeta y novelista inglés que regresó a su tierra prendado de calas y matorral mediterráneo allá por 1932.

Los amigos vinieron a visitarle y de la noche a la mañana la reputación de colonia de artistas excéntricos corrió como la pólvora entre los aficionados al arte literario. Es el lugar donde se construyó la mansión el actor Michael Douglas. A partir de ahí emergieron como hongos todo tipo de personajes dispuestos a pagar una importante cantidad de dinero por pasar unos días en el lugar de Graves y Douglas. Brotaron, a la sazón, hoteles de lujo, objeto de tantas críticas por sus habitantes.

Cuentan que tras Graves, lugareños, nuevos empadronados y visitantes, quieren conocer la sensación experimentada por el poeta británico cuando se bañaba desnudo en la Cala de Deiá. Por eso traigo aquí esta imagen, la de la Cala. Por si alguien quiere experimentar la sensación. Tuve arrebato, pero debo renocer que no me bañé, ni con bañador ni si él. Es bella, pero no se puede comparar con el Puerto de Soller o Cala Rajada.