jueves, 2 de julio de 2009

Los griegos, cultivadores y defensores de la pederastia

Todo hay que contarlo. Los dos pueblos, icono, espejo y base de la mayoría de las estructuras legislativas vigentes en nuestro país, el griego y el romano, no fueron ninguno de los dos Hermanitas de la Cruz, con todos los respetos hacia la Orden.

Leo en el número 120, página 82, de la revista "La aventura de la Historia", un artículo que nos recuerda una vez más la raigambre y el entroncamiento de la pederastia en la sociedad griega.

Generaciones y generaciones de eurditados y reputados científicos investigadores vinieron silenciando este extremo hasta que en 1909 Eric Bethe publicó el primer artículo. A partir de ahí se abrió la veda y hoy nadie pone en tela de juicio el sinfín de aberraciones cometidas en el seno de un pueblo tan venerado.

Lo habitual era que un adulto barbado regalara una liebre a un mancebo y éste le correspondiera con favores sexuales durante dos meses, durante los cuales yacía con él cuanto le venía en gana.

En otras ocasiones simulaban un secuestro. Anunciaban la peripecia con antelación para que llegara a oídos del padre, quien debía otorgar su consentimiento. La clase social debía ser similar. Los familiares fingían perseguir al secuestrador hasta la puerta de su casa y allí moría la mentira.

El objetivo era entregar al joven a la edad adulta. Tras dos meses de intensos escarceos 'amorosos' se celebraba un banquete para escenificar el final de tránsito. El joven salía de la vivienda del pederasta con un equipo militar, un buey y una copa.

Eso sí, si el padre no estaba de acuerdo, no se llegaba a producir este encuentro. La opinión del menor no era tenida en cuenta.

Y esto es parte de la historia que merece la pena recordar. Los griegos, junto a los romanos, son pueblos con extraordinaria presencia en nuestras vidas, cuyos principios rigen hoy muchas de nuestras leyes.

Así es y así se lo he contado.